Los aceites esenciales se pueden aplicar de forma tópica, oral o inhalada. Viajan a través del torrente sanguíneo y llegan a las células en la aplicación tópica, o bien, a través de la inhalación estimulan el sistema hipotalámico-endocrino y el sistema límbico.
Existe una gran similitud entre las propiedades de los aceites esenciales y la sangre humana. Por ejemplo, combaten infecciones, contienen compuestos similares a las hormonas e inician procesos regenerativos. Además, protegen contra insectos. Algunos aceites esenciales, como el clavo, el ciprés y la salvia escalera, tienen la capacidad de mejorar la circulación y el funcionamiento del sistema inmune al disminuir la viscosidad sanguínea.
Los aceites esenciales que contienen limoneno, como el geranio, previenen, retrasan y combaten la metástasis de las células cancerígenas. También aumentan la absorción de oxígeno ATP, que es el alimento de la célula. Es importante destacar que los aceites esenciales no afectan el equilibrio natural del cuerpo ni su homeostasis.
A través de sus fragancias y estructura molecular, los aceites esenciales estimulan directamente el lóbulo límbico y el hipotálamo. No solo se pueden utilizar para combatir el estrés y el trauma emocional a través de la inhalación, sino que también estimulan la producción de hormonas en el hipotálamo. Esto resulta en un aumento de las hormonas tiroideas (hormonas de la energía), hormonas adrenales y hormonas de crecimiento (hormonas de la juventud y longevidad).
Los aceites esenciales tienen un efecto amplio en el estímulo del libido y la excitación sexual a través de la estimulación de la amígdala. El sistema límbico está conectado directamente con las partes del cerebro que controlan el ritmo cardíaco, la presión arterial, la respiración, la memoria, los niveles de estrés y el equilibrio hormonal. Por lo tanto, los aceites esenciales tienen efectos psicológicos y fisiológicos profundos.
Daniela Vomiero
@danielavomiero
Terapeuta Alquimista
Medicina a cuántica