Si eres de esas personas a las que les cuesta abandonar el sedentarismo, aquí te damos 5 consejos para comenzar una rutina de ejercicios que se adapte a tu estilo de vida. Nada de matarse en el gimnasio ni hacer dietas exigentes. Solo aprende a querer moverte en lugar de tener que hacerlo.
- Elige cómo quieres moverte:
Recuerda que el ejercicio implica mover el cuerpo y las energías para mejorar tu actitud y mente. ¡Existen millones de formas de moverse! Puedes caminar, trotar, correr, bailar, subir cerros, andar en bicicleta, ¡y mucho más! Es importante que elijas una actividad que se adapte a tus preferencias y necesidades personales. Por ejemplo, si decides salir a caminar, te recomiendo definir tu caminata: dar una vuelta a la manzana o evitar tomar el transporte público para ir caminando. Piensa en el ejercicio que harás, dónde lo harás, cuánto tiempo lo harás y en qué momento del día.
- Comienza por cosas sencillas:
En lugar de inscribirte en clases grupales o en un gimnasio, te recomendamos empezar con algo más sencillo y realista, que puedas hacer cómodamente según tu propia agenda. Sin la necesidad de preparar un bolso con anticipación y organizarte para no llegar tarde a la clase. Se ha observado que estos elementos generan más estrés en la actividad y menos personas disfrutan del ejercicio.
Ahora, teniendo la flexibilidad de moverte a tu propio ritmo, es importante que definas el momento del día en el que deseas hacer ejercicio y trates de repetirlo al menos durante una semana. Para que no se te olvide y no pongas excusas, pon un recordatorio. Y así llegamos al tercer consejo.
- Pon un recordatorio hasta que adquieras el hábito:
El objetivo de un recordatorio es que no olvides lo que debes hacer. Pero al mismo tiempo, es un gran motivador. Te genera cierta presión psicológica y es fundamental para ayudarte a crear el hábito. Puedes hacerlo con una nota en tu agenda, en el refrigerador o, lo más sencillo, con una alarma en tu teléfono.
Aunque, sin duda, el mejor truco es hacerlo después de una actividad que ya sea un hábito para ti. Por ejemplo, al levantarte por la mañana, deja tu ropa preparada en el baño y vístete para hacer ejercicio matutino. Otras personas lo prefieren después de lavarse los dientes o hacer la cama. Solo tú sabrás cuál es el momento adecuado.
Si haces esto, tus probabilidades de éxito son del 90%.
- Date recompensas saludables después de hacer ejercicio:
El propio ejercicio debería ser tu recompensa. Sin embargo, tu cerebro no será consciente de estos beneficios tan rápido y los mensajes que recibirás estarán relacionados con la comodidad y la pereza de seguir con una vida sedentaria. Por eso, intenta recompensarte con cosas que no sean comida ni sedentarismo.
Por ejemplo: una ducha relajante, estiramientos de relajación pensando solo en ti, tomar un café o un té con calma o leer.
- Monitorea tus progresos:
La mejor manera de monitorear tu progreso, en mi opinión, es escribiendo. Después de cada día de ejercicio, tómate un momento para escribir lo que sientes en un cuaderno. Puede ser una palabra, una frase o incluso una página completa.
Al finalizar el mes, dedica tiempo para leer lo que has escrito y observa cómo ha ido cambiando tu mentalidad. ¿Estás escribiendo cosas más positivas? ¿Te sientes más activo y enérgico? Evalúa y realiza modificaciones si es necesario.
En conclusión, no veas el hábito de hacer ejercicio físico como una obligación aburrida. Es un momento de desconexión con la rutina y de conexión contigo mismo, donde puedes liberar el estrés y hasta divertirte.
¡Atrévete a empezar y disfrutar de los beneficios de una vida activa y saludable!

Sara Bravo
Yoga Instructor & Holistic Health Coach