Una de las funciones más importantes para nuestra salud física y mental es la respiración. Además, a través de ella podemos reflejar nuestras emociones, sentimientos y estado general del cuerpo. Aprender a respirar adecuadamente puede ayudarnos significativamente a manejar nuestras emociones de manera efectiva.
¿Cómo influye la respiración en nuestras emociones?
La respiración cambia según la emoción predominante en nuestra mente. Cuando sentimos miedo o angustia, respirar se vuelve más difícil y podemos sentir como si nos faltara el aire. En situaciones de estrés, la respiración se torna entrecortada.
Para aprender a manejar nuestras emociones a través de la respiración, lo primero que debemos hacer es identificar nuestra forma de respirar y ser conscientes de ella para poder cambiarla. Aquí te presento cuatro tipos de respiración:
- Respiración abdominal: Es la forma natural de respirar. En este tipo de respiración, inhalamos aire llevándolo al estómago a través del diafragma. La respiración abdominal es altamente saludable para aliviar tensiones y oxigenar órganos vitales como el corazón y el hígado. Practicarla con frecuencia puede brindar grandes beneficios.
- Respiración energética: Aparece durante el ejercicio físico y su principal función es llenar de vitalidad al organismo en su conjunto. La respiración energética es muy adecuada para momentos de grandes dificultades emocionales, ya que nos llena de vitalidad.
- Respiración alterna: Este ejercicio se utiliza para concentrarse en la propia respiración y relajarse. Consiste en tapar las fosas nasales de forma alterna al tiempo que se contiene el aire entre cada respiración.
- Respiración profunda: Se trata de hacer inspiraciones y exhalaciones lentas y profundas. De esta manera se logra enlentecer el ritmo del cuerpo y los pensamientos.

¿Cómo podemos controlar la ira a través de la respiración?
La ira es una de las emociones más dañinas para nuestro cuerpo y nuestra mente. Por eso es importante que aprendamos a controlarla, para evitar males mayores. Podemos hacerlo a través de la respiración.
Cuando experimentamos enojo, debemos quedarnos quietos. Luego, inspirar profundamente y exhalar con toda la fuerza que podamos. La ira es como una olla a presión a punto de explotar; respirar con gran potencia se asemeja a la liberación de la presión en ese tipo de artefactos. Si no permitimos esa liberación, seguramente habrá un estallido.
Al evaluar la forma en que respiramos diariamente y tomar conciencia sobre lo que ella refleja, podemos proteger nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra vida. Cuidar nuestra respiración nos permite manejar nuestras emociones de manera efectiva y evitar posibles daños a nuestra salud integral.

Sara Bravo
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